Nuestro meritorio, altruista y solidario defensor, acaba de dar otra pincelada de honradez al cuadro pictórico de nuestra causa. Si entre nuestros gobernantes hubiera una mínima vergüenza en sus principios, sería suficiente para no soportar tanta ignominia.
Un gobierno que abandona a la peor de las indefensiones, al mas respetable y venerable colectivo de un país como son sus ancianos, aunque haya otros que no lo son, no merece ni la mas mínima pizca de respeto como políticos ni como prójimos.
Hace falta mucha ausencia de conciencia y voluntad para ver cómo se ha robado, cómo se ha estafado, cómo se ha abandonado, como si fuéramos perros rabiosos, a los ancianos del país, al mismo tiempo que se defiende desde todo el poder del Gobierno a los Rato, Blesa, Olivas, y todos los demás, con el mas ferviente beneplácito del consentimiento y celebración en su orgía.
Rindamos pleitesía a Rafael Torres, leyendo su artículo, que para eso lo ha escrito.
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Los de las preferentes quieren ser chipriotas
Rafael Torres 20/03/2013
"¿Han de pagar las víctimas los dislates (si es que no delitos, cual anda considerando la Audiencia Nacional) de sus verdugos?"
¿Qué confianza, qué crédito puede
merecer un presidente de Gobierno que dice ser contrario a que los
chipriotas paguen con sus ahorros el "rescate" de la banca de su país,
pues no son responsables de la situación a que ésta ha llegado, en tanto
dicta y consiente el expolio de los españoles que tienen sus ahorros
atrapados desde hace 15 meses en las Cajas nacionalizadas y que van a
ser obligados por su Gobierno a sacrificar una parte sustancial de ellos
para "rescatar" a esos bancos precisamente?
El caso español, focalizado para desgracia de cientos de miles de familias en la comercialización fraudulenta de Preferentes y Subordinadas de que fueron víctimas, es, en todos los órdenes, infinitamente más sangrante que el chipriota, pese a serlo éste también mucho. La mayoría de los españoles estabulados en el "corralito" que padecen y de los amenazados por "quitas" brutales en sus patrimonios, son ahorradores particulares, jubilados en muchos casos, y no blanqueadores rusos ni militares ingleses de alta graduación. Las Cajas que les vendieron los productos tóxicos como si fueran depósitos o fondos corrientes, se hundieron y quebraron por la catastrófica gestión de sus directivos y por la pésima vigilancia de las instituciones de control, desde el banco de España a la CNMV, pasando por el propio gobierno de la nación, y no por la imposible morosidad de los ahorradores particulares ni por la mala cabeza de éstos. Sin embargo, Rajoy, tan sensible con los chipriotas, considera que los españoles, sus compatriotas, sí tienen que pagar, con sus patrimonios, con su salud, con su pan, los platos rotos.
Bankia, que anda gastando el dinero de los afectados por sus Preferentes en campañas publicitarias que hablan de principios, no quebró porque la gente más previsora, sacrificada y sensata, los ahorradores, le confiaran su dinero, sino porque con malas artes se lo apalancó para tapar los gigantescos agujeros de sus cuentas, destrozadas por los créditos suicidas al ladrillo, los favores políticos y las escandalosas retribuciones de sus ineptos directivos. ¿Han de pagar las víctimas los dislates (si es que no delitos, cual anda considerando la Audiencia Nacional) de sus verdugos?
El caso español, focalizado para desgracia de cientos de miles de familias en la comercialización fraudulenta de Preferentes y Subordinadas de que fueron víctimas, es, en todos los órdenes, infinitamente más sangrante que el chipriota, pese a serlo éste también mucho. La mayoría de los españoles estabulados en el "corralito" que padecen y de los amenazados por "quitas" brutales en sus patrimonios, son ahorradores particulares, jubilados en muchos casos, y no blanqueadores rusos ni militares ingleses de alta graduación. Las Cajas que les vendieron los productos tóxicos como si fueran depósitos o fondos corrientes, se hundieron y quebraron por la catastrófica gestión de sus directivos y por la pésima vigilancia de las instituciones de control, desde el banco de España a la CNMV, pasando por el propio gobierno de la nación, y no por la imposible morosidad de los ahorradores particulares ni por la mala cabeza de éstos. Sin embargo, Rajoy, tan sensible con los chipriotas, considera que los españoles, sus compatriotas, sí tienen que pagar, con sus patrimonios, con su salud, con su pan, los platos rotos.
Bankia, que anda gastando el dinero de los afectados por sus Preferentes en campañas publicitarias que hablan de principios, no quebró porque la gente más previsora, sacrificada y sensata, los ahorradores, le confiaran su dinero, sino porque con malas artes se lo apalancó para tapar los gigantescos agujeros de sus cuentas, destrozadas por los créditos suicidas al ladrillo, los favores políticos y las escandalosas retribuciones de sus ineptos directivos. ¿Han de pagar las víctimas los dislates (si es que no delitos, cual anda considerando la Audiencia Nacional) de sus verdugos?
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