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Estímulos salariales en los hospitales privatizados a costa de ahorrar con los pacientes
Las empresas que gestionan los centros de
Valdemoro, Torrejón y Móstoles pagan a sus médicos 10 euros por cada
paciente que sea atendido en Urgencias y no ingrese.
Hospital de Móstoles
E.B. / 08-04-2014 • 14:26
La Marea Blanca ha
puesto de nuevo en la diana a las empresas que gestionan los hospitales
públicos de Madrid. Las críticas se ciernen ahora sobre la política de incentivos que siguen estas compañías, y que según la Coordinadora Anti-Privatización de la Sanidad (CAS-Madrid)
ha hecho que algunos médicos hayan cobrado grandes sobresueldos a costa
de reducir el gasto por paciente. Los hospitales en el punto de mira
son el Infanta Elena de Valdemoro, el de Torrejón y el Rey Juan Carlos
de Móstoles.
Según indica este colectivo en su página web, estos hospitales públicos
cuya gestión está privatizada, de la que se encargan IDC Salud -antes
Capio- (Valdemoro y Móstoles) y Sanitas (Torrejón, tras comprar su parte
a Ribera Salud), siguen una política de inventivos económicos a los
médicos que es “perjudicial para la salud”. CAS-Madrid critica que se
estén implantando “mecanismos empresariales dirigidos a reducir al
máximo el gasto por paciente”, entre ellos los incentivos, que sólo
están destinados a “comprar voluntades” entre el personal del sector.
La Coordinadora dice que “aunque quienes los aplican (y quienes están de
acuerdo con ellos) los justifican por un supuesto 'aumento de la
eficiencia' y una hipotética 'evidencia científica', en la práctica
acaban deteriorando la calidad asistencial, dinamitando la relación
médico-paciente e incrementando los riesgos jurídicos para los
profesionales, olvidando la que debería ser la principal finalidad del
sistema sanitario: la mejora de los indicadores del estado de salud de
la población”.
Y pone como ejemplo la situación de los tres primeros hospitales cuya
gestión externalizó la Comunidad de Madrid. Dice CAS-Madrid que “seis
años después de abrirse el primero de ellos, la Consejería de Sanidad
sigue sin responder a las solicitudes de información relativas a los
criterios de incentivación de los médicos que trabajan en estos
centros”. No obstante, el colectivo aporta una serie de datos que “han
trascendido” y que permiten conocer “que se han aplicado las mismas
pautas” que en otros centros, como el Hospital de la Ribera, el primero
en aplicar la colaboración público-privada que se conoce como 'modelo
Alzira'.
Según CAS-Madrid, en los mencionados hospitales de Valdemoro, Torrejón y
Móstoles “toda la actividad médica está ligada al dinero” y “cada
facultativo conoce el precio económico de cada uno de sus actos”. De
esta forma, se pagan, por ejemplo “10 euros por cada paciente atendido
en urgencias, que no ingrese en el hospital (si el paciente ingresa no
hay incentivo)”, y otras cantidades que no menciona el colectivo “por
cada paciente dado de alta (se genera una cama libre)” y “por cada
paciente tratado con anestesia local, en lugar de general”.
Es más, afirma que “este sistema perverso ha permitido que algunos
especialistas (cirujanos, anestesistas y ginecólogos, principalmente)
llegasen a cobrar, en 2012, hasta 95.000 euros/año, de los cuales unos
45.000 euros correspondían a incentivos”.
Asimismo, la Coordinadora dice que esta misma política se quería poner
en práctica en los seis hospitales que quería privatizar el Gobierno de
Ignacio González (el Infanta Leonor de Vallecas, el del Sureste en
Arganda, el del Henares en Coslada, el Infanta Cristina de Parla, el del
Tajo en Aranjuez, y el Infanta Sofía de San Sebastián de los Reyes).
Bajo los preceptos de la externalización, que ha sido suspendida
cautelarmente por la Justicia madrileña, “las empresas ofrecieron 18.000
euros/año en incentivos a los médicos que pasaran a depender de ellas”,
dice CAS-Madrid.
Otros modelos de incentivos
Por otro lado, respecto al Hospital de la Ribera, la
Coordinadora indica que los incentivos destinados a los médicos, que
Ribera Salud da desde 1999, están “ligados a toda una batería de actos
clínicos”: incentivos por cada alta hospitalaria (lo que explica que la
estancia media en este hospital llegase a ser de tres días, casi la
mitad que en centros públicos de similares características), incentivos
por cada paciente atendido en urgencias que no ingresara en el hospital
(potenciando así el no ingreso de pacientes, aunque pudieran
necesitarlo), o incentivos por cada operación realizada en un quirófano
local, en lugar de en uno central.
En cuanto a los centros de atención primaria privatizados, CAS-Madrid
habla de los centros dependientes del hospital de Torrevieja (propiedad
de Ribera Salud), que premiaban a sus médicos “con incentivos de hasta
24.000 euros/año (es decir, 2.000 euros/mes), si reducían las
derivaciones al hospital y a la atención especializada (que es donde
realmente se produce la mayor parte del gasto)”.
No obstante, dice el colectivo, “no hace falta depender de una empresa
privada para recibir suculentos incentivos a cambio de reducir el
gasto”. Habla aquí del caso de Andalucía, en donde “los servicios hospitalarios y los centros de atención primaria se han transformado en Unidades de Gestión Clínica,
estableciendo una serie de incentivos para el personal
funcionario/estatutario (13.000 euros/año para los directores de dichas
unidades y hasta 7.000 euros/año para el resto de médicos)”. Un modelo
empresarial de gestión que promueve la competencia entre profesionales y
unidades por la consecución de objetivos, dice la Coordinadora.
“En todos los casos se establece un sistema retributivo por el cual
entre el 30% y el 50% del salario de los médicos está vinculado a
objetivos de ahorro económico que, con toda seguridad, ponen en riesgo
la salud y la seguridad de los pacientes, ya que aquello por lo que se
paga acaba teniendo un peso cada vez más importante en la práctica
clínica diaria”, critica CAS-Madrid.
También critica que este modelo “cuestiona la ética y el sistema de
valores profesionales” y “penaliza los actos profesionales que suponen
mayor gasto para la cuenta de resultados, cuando, en realidad, se
deberían hacer las cosas que consideramos buenas en sí mismas para el
paciente, aunque no estén retribuidas”.
Por último, CAS-Madrid critica a las empresas ya que cree que “su única
preocupación son los beneficios económicos a costa de nuestra salud, no
los beneficios para la salud de las personas. Para ello se pagan enormes
incentivos económicos que desvirtúan la asistencia, pero incrementan
las cuentas corrientes de los accionistas”.