lunes, 31 de diciembre de 2012

PREFERENTES BANKIA: HEMOS CRIADO CUERVOS...

Señor Cabezas, permítame hacerle un rename, como alabanza a lo que en usted incide.
Yo le rebautizaría como Sr. Cabeza Bien Puesta.

Las aportaciones personales que usted hace, al hablar de las gentes que formamos
esta sociedad, y de sus gentuzas, merecen toda mi admiración.

Con su autorización, añadiría a sus comentarios, en el subir por la escalera de la
vida, es que todos los ni-nis mencionados por usted, serán los que estén esperando
nuestra bajada sin retorno, por esa misma escalera, para liquidar absolutamente los
frutos, de nuestros decentes pasos terrenales. Nos esperaran para borrar hasta el
mas mínimo resto de lo material, y de paso, hasta nuestra ocupación en sus memorias.


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Opinión

Manuel I. Cabezas

Manuel I. Cabezas / Profesor Titular de Lingüística y de Lingüística Aplicada en la Universidad Autónoma de Barcelona


Cría cuervos

31/12/2012 - 03:20
El comediógrafo Enrique Jardiel Poncela. (Foto: ABC)

El comediógrafo Enrique Jardiel Poncela. (Foto: ABC)

· Desde el pasado mes de julio, me dedico, full time, a analizar  y denunciar la estafa de la que ha sido víctima mi entrañable amiga Pilar, y a defender la recuperación de sus ahorros estafados. Para ello, he asistido a reuniones informativas, a reuniones con afectados, a mesas redondas sobre la estafa perpetrada por todas las entidades financieras y he participado en manifestaciones en distintos ciudades (Ripollet, Cerdanyola, Hospitalet, Barcelona, etc.).
· En todas estas vivencias y convivencias, encontré a afectados muy preocupados o, más bien, desesperados, desesperanzados, traumatizados y desorientados: como a la lechera del cuento, les habían roto el cántaro de sus ahorros y de sus sueños. Ahora bien, los afectados eran siempre personas de la tercera edad o personas entradas en años (maduras), que habían sido desplumadas de los ahorros de toda una vida, o desesempleados de cierta edad que habían sido también desvalijados de las indemnizaciones por despido, recibidas de sus empresas. Todos estos afectados —con mentalidad de hormigas hacendosas y previsoras, y con mucho esfuerzo y sacrificio— habían conseguido tener una cierta capacidad de ahorro, pensando en el futuro, que es siempre incierto, y en el otoño de sus vidas.
· Por su edad, estos afectados (personas mayores o ya maduras) habían formado familias tradicionales, cargadas de hijos.  Y éstos les habían dado nietos, ya talluditos. Ahora bien, estos hijos y estos nietos nunca los he visto en las reuniones, en las manifestaciones, en las mesas redondas, en los actos organizados para reclamar y defender los ahorros de sus padres o de sus abuelos. Como podría haber dicho el conde de Latores, Sabino Fernández Campo, “ni estaban ni se les esperaba”. Y, para más INRI, más de tres afectados me confesaron que tenían hijos/as o nietos/as, que eran juristas y que trabajaban de leguleyos. ¡Cría cuervos y te sacarán los ojos!, me dije para mis adentros.
· Este comportamiento de los hijos y de los  nietos de los estafados por las entidades bancarias me ha dejado de piedra. Estos hijos ni-ni (ni estaban ni se les espera) y estos nietos ni-ni (ni estabanni se les espera) han dejado en la estacada, abandonados a su suerte, a aquellos que se han desvelado y deslomado en la crianza de una familia numerosa y desempeñando, más tarde, las funciones de canguro de los hijos de sus hijos. Este abandono ante las fauces de esas cuevas deAlí Babá, que son las entidades financieras, me ha hecho recordar el comportamiento de muchos hijos con sus padres que —en esta sociedad egoísta, hedonista y de consumo desenfrenado— los abandonan en asilos, denominados eufemísticamente residencias de la tercera edad.
· Así les pagan los desvelos y los sacrificios de toda una vida. Por eso, el dicho del acerbo popular “cría cuervos y te sacarán los ojos” les viene como anillo al dedo a estos “ni-ni”: los estafados han hecho el bien a quien menos se lo merece y,  luego,  les han dado la espalda o los han traicionado. Este comportamiento filial y “nietal” da la razón a Eurípides de Salamina, que dejó para la posteridad este aforismo, sólo aparentemente contradictorio: "Es un dichoso infortunio el no tener hijos"; y también a Federico García Lorca, que escribió: "Tener un hijo no es tener un ramo de rosas". ¡Qué tropa dejamos para la posteridad! ¿Qué ha fallado en la educación de los hijos? Según Enrique Jardiel Poncela, “realmente, sólo los padres dominan el arte de educar mal a los hijos". En efecto, como escribió alguien de cuyo nombre no me acuerdo, todos los padres “piensan en dejar un mundo mejor para sus hijos, cuando en lo que tendrían que pensar es en dejar mejores hijos para el mundo”.

1 comentario:

  1. Sr.Cabezas: Vivimos en un mundo cruel e hipocrita, so sé si es lo que hemos generado los mayores de 50 años, pero si lo hemos hecho nos hemos lucido. Efectivamente, yo también acudo de vez en cuando a estas manifestaciones-concentraciones y he observado lo mismo que Vd.¿donde está la gente del relevo?, ¿la que tiene que hacer gala de la fuerza? no hablo de la fuerza física, sino la del empeño, la del empuje, la de hacer que esto avance por su preparación. Aunque solo fuera por egoísmo deberían de estar ahí, gritando, silbando, proponiendo soluciones,incomodando al estafador, echando una mano al fin, a quien ya tiene bastante con pensar que le han engañado.
    En los años pasados era bastante habitual que a los niños por el mero hecho de serlo, todo el mundo se sentía con derecho a darnos una bofetada.Mi padre solo me ha pegado una vez en la vida, digo porqué: era hortelano, y lo poco que sabía se la había enseñado la vida, en aquella ocasión vendió la cosecha de patatas no por kilos sino por una cantidad concreta. El sabía por la experiencia cuantos kilos de patatas podía haber, y quería saber a cuanto había vendido el kilo de patatas, me pidió que se lo dijera yo que iba a la escuela, no supe hacerlo, de la rabia se quitó el cinto y me dio hasta que los dos lloramos por igual. Escribo ésto con lagrimas en los ojos, no porque me pegara, lloro porque le fallé.
    Nuestra obligación de hijos no es el llevar a nuestros padres al médico o al hospital, que también, nuestra obligación, al menos la mía, es la de hacer que mi madre, que todavía vive con 97 años,se sienta segura a mi lado, sabiendo que arrollaré lo que se ponga por delante si ella necesita cualquier cosa.
    Bendita paliza la que me dio en su momento aquel hortelano, que jamás supo a como le pagaron el kilo de patatas.

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