Cortado y pegado
El Partido Popular anda a la deriva, y lo sabe. Llegó al poder criticando a sus prede-
cesores por ineptos e incompetentes, es más, acusándoles de ser los causantes de la
crisis. Rajoy se presentaba como la única y mejor solución y ganó con mayoría. Pero
pronto entendió que la recesión no era cosa del PSOE, sino de un enemigo más poderoso
que se camufla en los mercados financieros, aunque la coartada perfecta seguía siendo la
maldita herencia de Zapatero y compañía. Más tarde ha tenido que comerse su propia
promesa electoral para aplicar decretos que jamás dijo que haría.
Pronto se ha dado cuenta don Mariano que es tan esclavo de los bancos, sobre todo
alemanes, como lo fue ZP; títeres ambos de decisiones extranjeras, y que la soberanía
nacional es una farsa; que los españoles exigen explicaciones de lo que pasa, de cuánto
debemos y a quiénes, qué esperanza nos promete y a cambio de qué; que los ministros no
dan respuestas válidas y están un día sí, otro también, improvisando medidas, recortes y
esperando milagros que no existen. Es verdad que la mayoría de gobiernos autonómicos han
dilapidado el dinero público, pero también en Madrid, en nuestra Comunidad Valenciana y
en Castilla León y sin responsabilidad alguna.
Sin embargo lo que me molesta es que el Ejecutivo se empecina en defender lo indefendi-
ble, tomando decisiones que ni crean riqueza, ni empleo, ni confianza, desprotegiendo a
las clases medias, que son quienes reactivan un consumo hoy inexistente, rebajando
salarios, abaratando el despido, echando a la calle a empleados públicos y elevando
impuestos, como el IVA, que tendrán efectos contrarios a los pretendidos: menos
recaudación y más indignación. También es consciente de que sectores leales en voto,
como empresarios, comerciantes o profesionales liberales ya se han puesto en su contra
con las uñas afiladas.
Sin embargo el durísimo tijeretazo no ha servido para tranquilar a la Bolsa, no ha
sosegado a los mercados ni ha evitado disidencias en las mismas filas populares. La
prima de riesgo nos roba el sueño y nos vemos los ciudadanos, de la noche a la mañana,
con una mano delante y otra detrás. Así las cosas el PP se moviliza, desde sus ministros
confusos a su militancia más adicta, para justificar la necesidad de tanta medida
absurda y tanto decreto dirigido desde Berlín. Y si esta espiral sigue así se van a
quedar, los populares, más solos que la una, porque no se puede gobernar por el interés
general retrocediendo los relojes treinta años.
Nadie medianamente inteligente puede justificar unas decisiones que vienen impuestas
desde fuera, nadie con cordura puede defender unas resoluciones ordenadas por una
Cancillera que protege sus propios intereses, nadie puede sostener la desaparición de la
clase media ni que se consienta que haya más pobres que nunca sin ningún tipo de
cobertura. Porque está en el aire la prestación de 400 euros al mes para parados de
larga duración y 11,5 millones de españoles, un 22% de los hogares, viven por debajo
del umbral de la pobreza. Esa es la diferencia entre brindar por la crisis y no llegar
a final de mes. No es posible que 534 consejeros del Ibex cobraran 73.000 euros mensuales
mientras el 31,2% de la población está por debajo del salario mínimo.
No es posible que entre 2007 y 2012 se haya incrementado del 23,7% al 43,3% el
porcentaje de personas que llevan más de un año desempleadas. No es de recibo que el
número de hogares con todas las personas en paro haya crecido de 390.000 a 1,7 millones.
Ante tanta barbaridad hay que decirle al Imperio Germano que esta Europa no nos gusta,
que nos declaramos insolventes, que cerramos las fronteras y nacionalizamos los
recursos. ¡Ya está bien!
Pronto se ha dado cuenta don Mariano que es tan esclavo de los bancos, sobre todo
alemanes, como lo fue ZP
El durísimo tijeretazo no ha servido para tranquilar a la Bolsa, no ha sosegado a los
mercados ni ha evitado disidencias en las mismas filas populares
Nadie puede justificar unas decisiones que vienen impuestas desde fuera, nadie con
cordura puede defender unas resoluciones ordenadas por una Cancillera que protege sus
propios intereses
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