Tras la entrega del informe pericial del Banco de España al juez Fernando Andreu de la Audiencia Nacional, éste ha determinado que en las cuentas presentadas por Bankia el año 2011 antes de salir a bolsa, se han encontrado errores contables y ajustes de importancia material no contabilizados, concluyendo que no reflejaban una imagen fiel del grupo bancario. Al parecer, estos "errores" se produjeron durante el mandato de Rodrigo Rato en la presidencia y no fueron subsanados durante la revisión de cuentas realizada en el mes de mayo del año siguiente, cuando ya era presidente José Ignacio Goirigolzarri. Estas irregularidades eran vulneraciones claras de las normas impuestas por el Banco de España y dieron comienzo después de que se fusionaran las siete cajas, Caja Madrid, Bancaja, La Caja de Canarias, Caja Ávila, Caixa Laietana, Caja Segovia y Caja Rioja, que dieron como resultado la aparición del Banco Financiero y de Ahorros (BFA) cuyo nombre comercial sería Bankia. Poco después pasaría a ser una empresa independiente y filial de BFA.
El plan aprobado por el Gobierno, después de la creación de BFA, obligaba a todas las entidades bancarias a tener una reserva de capital para poder defenderse de cualquier eventualidad le planteó un problema al no tener suficiente liquidez, y sus gestores decidieron salir a bolsa para poder hacerle frente, y así obtener el capital necesario de forma rápida. Los activos de BFA estaban basados en el sector de la construcción y las inversiones preferentes, y al estallar la burbuja inmobiliaria su salida a bolsa se complicaba y los números decían que no era buena idea. Entonces Rodrigo Rato decidió que Bankia fuera una empresa filial de BFA y se quedaría con el 55% de sus activos heredados de las cajas de ahorro fusionadas, dejando el otro 45% a BFA, los activos denominados "tóxicos", formados por las empresas inmobiliarias en crisis y las participaciones en preferentes.
Finalmente salió a bolsa consiguiendo más de tres mil millones de euros, cumpliendo así con los requisitos del Gobierno. En dos meses y medio se posicionó en el puesto 14º en el IBEX 35, y siete meses después Rodrigo Rato presentó su renuncia como presidente de Bankia "por ser lo más conveniente", proponiendo a Goirigolzarri como consejero del grupo y futuro presidente.
Con esta maniobra, Bankia declaraba tener unos beneficios de 252,87 millones de euros, cuando en realidad las cuentas daban unas pérdidas de más de 1.800 millones, motivadas por los activos "tóxicos" que se colocaron en BFA y que fueron ocultados en la contabilidad de Bankia, y se falsearon las ganancias que, según el folleto de emisión que fue aprobado por la CNMV, eran de 529 millones cuando lo cierto es que tenía unas perdidas superiores a los 60 millones. También hay irregularidades en el precio de las acciones en su salida a bolsa, que hacía inviable a BFA y causaba un perjuicio a los accionistas, acreedores y preferentistas. Los peritos han encontrado "compras inexplicables" por parte de empresas refinanciadas por la propia Bankia que después de salir a bolsa vendieron todas sus acciones.

Las víctimas de estas maniobras somos los ciudadanos que tenemos que pagar el rescate que se pidió a la EU para salvar a Bankia, y especialmente los preferentistas, en su mayoría jubilados, que le depositaron sus ahorros y su confianza y han sido estafados. ¿Qué pasaría si uno de ellos, en un arranque de ira e impotencia, atentara contra Rato o alguno de los culpables de su ruina?