domingo, 14 de diciembre de 2014

PREFERENTES BANKIA:INFANTA CRISTINA...¿EN LAS MANOS DE LA JUSTICIA O EN LAS HORRACH?.

Espero, serenamente, el auto final del Juez José Torres. Estoy convencido que, tras una carrera repleta de honradez y honestidad, no se traicionara a si mismo. Estará a la altura de sus principios, de acuerdo con su trayectoria profesional. Al juez Castro, seguro, no le influirá nada mas que si se cometió delito o no. Si se cometió delito, el Juez lo hará prevalecer, en contra de las opiniones de los contemporizadores y en favor de lo que cada uno cometió.

Si alguien desea interceder para favorecer a la posible delincuente, tendrá que asumir los riesgos que esa postura requiera. Recuerdo que el Juez Torres llegó al caso, mejor el caso a el, como juez íntegro, y así continuará.

El tratamiento que el Gobierno y la casa Real está dando a Cristina no es de recibo. Es muy fácil actuar con corrección. Basta con investigar la verdad. Desde Hacienda, desde la abogacía del Estado y desde la judicatura, con absoluta imparcialidad y llegar lo antes posible al veredicto final. Sea cual sea. ¿Alguien pretenderá que los delitos, en el supuesto que los cometan miembros de la Casa Real, no son delitos?. ¡¡Sería el como de la indecencia y de la injusticia!! Ya lo dijo el propio rey Juan Carlos. "La justicia es igual para todos". Si la Infanta Cristina no ha delinquido, es inocente. Si la Infanta Cristina ha delinquido, es culpable. Eso le toca decirlo a don José Torres.

¡¡Búsquese la verdad de los hechos, por quienes deban hacerlo!!.

Si hay delito, nadie intente camuflarlo. El que la hace, tiene que pagarla.

Una Infanta, ademas de tener que ser decente, tiene que parecerlo.

   
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Domingo, 14 de diciembre de 2014

Castro versus infanta, el último asalto

El juez prepara para horas antes del discurso de Navidad del rey su golpe maestro, el auto de apertura de juicio oral, que la duquesa no podrá recurrir si le sienta en el banquillo.


  • La infanta a su salida del tribunal de Palma en febrero. - ballesteros
    La infanta a su salida del tribunal de Palma en febrero. - ballesteros

melchor sáiz-pardo | madrid 14/12/2014

El último asalto, el definitivo, ya ha comenzado. Después de 21 meses de pugilato judicial entre la infanta Cristina y el juez José Castro ha llegado el momento de la verdad, ya no habrá más prórrogas. Y tampoco cabe el empate. Desde que en abril de 2013 decidiera imputarla por primera vez, el magistrado ha ido ganando casi todos los asaltos pero aún queda por conocer cuál es el desenlace.
José Castro ultima ya su escrito de apertura de juicio oral del caso Nóos. Ese papel hará sonar la campana que marcará el fin del combate. Ese auto no es recurrible ante ninguna instancia por las personas que el instructor decida sentar en el banquillo. Ni por Cristina de Borbón ni por el resto de imputados. Solo las acusaciones pueden apelarlo si el magistrado sobresee las actuaciones total o parcialmente contra alguno de los procesados.
Castro no quiere dar pistas de su estrategia. Ni siquiera va a contestar el escrito que los abogados de la infanta presentaron esta semana pidiendo ya el inmediato archivo de las actuaciones contra ella porque no acusa ni la Fiscalía ni Hacienda. El juez prepara en secreto el remate de su obra, y, según todas las fuentes consultadas, tiene prisa por salir ya al cuadrilátero que comenzó a construir cuando abrió la investigación del caso en julio de 2010. No quiere que su último ‘gancho’ se demore más allá de Nochebuena.
Este calendario, en la práctica, supondrá que el combate final en los juzgados de Palma entre la infanta y el juez casi se solapará con el primer discurso de Navidad como jefe del Estado de Felipe VI. El nuevo monarca podría ponerse ante las cámaras para grabar su mensaje solo minutos después de que su hermana se sentara en el banquillo acusada de ser cooperadora necesaria en los dos delitos fiscales de su marido en 2007 y 2008. De hecho, es el escenario más posible.
Si hubiera casas de apuestas en los juzgados palmesanos de Vía Alemanya, habida cuenta de los antecedentes, la victoria de la hermana del rey frente al juez se pagaría diez a uno. Pese a ello, nadie descarta una derrota de Castro que haría multiplicar por diez los beneficios de los jugadores más osados. Sería una sorpresa, pero no imposible.
Pocos, muy pocos en este caso, se la juegan por Cristina de Borbón. Ni siquiera los letrados más cercanos a las tesis exculpatorias de sus abogados o de la Fiscalía se atreven a poner su dinero encima de la mesa. Sobre todo porque el combate no es entre dos púgiles parejos. El juez tiene la sartén por el mango y juega con su contrincante. Es él y, solo él, el que decide si da el golpe del K.O. a su rival, sentándola en el banquillo con la acusación de Manos Limpias, que pide ocho años de cárcel. El sindicato, convertido en el más fiel de los fans del togado, pide sangre desde la esquina del ‘ring’ y se apresta a celebrar la previsible victoria de Castro como si fuera la suya propia.
El juez cordobés, además, es muy consciente de que los árbitros de este campeonato han validado sus golpes más polémicos, los que asestó casi por debajo de la cintura. Los magistrados de la Audiencia Provincial de Palma ya le dieron la razón, al menos parcialmente, el 7 de mayo de 2013 y el 7 de noviembre de 2014, en los dos asaltos anteriores más complicados en los que, sin llegar a noquear a su contrincante, ganó a los puntos.
Al no haber blanqueo, la tensión se mantendrá hasta el final. Los abogados de la hija de don Juan Carlos buscan la remontada. Su única opción para propinar un golpe salvador antes de que suene el gong se llama ‘doctrina Botín’.
El juez, no obstante, tiene en sus manos la posibilidad de esquivar ese movimiento de los abogados que don Juan Carlos buscó a su hija, el padre de la Constitución y ex socio fundador de Convergència, Miquel Roca, y su socio Jesús María Silva. De nuevo, los árbitros le señalaron la senda a Castro. La Fiscalía y Hacienda sí que van a acusar a otros imputados por delitos fiscales, por lo que sería viable que la infanta se sentara también para responder sobre esos ilícitos, aunque la única acusación en su caso fuera la de Manos Limpias.

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