Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen, pierden el respeto.
Georg Christoph Lichtenberg
Veamos Sr. Rajoy. Usted ha faltado, absolutamente, el respeto a los españoles. Usted ha perdido la vergüenza contra nosotros. Nosotros debemos, sin ninguna otra solución, perderle el respeto a usted. Contra la corrupción, usted no ha aplicado la "luz y taquígrafos con las que nos "jartó" a todos, para hacer lo contrario. Usted se ha permitido la chulería de llamar a sus corruptos "esa persona que usted menciona" o a la corrupción generalizada de su partido le llama "unas pocas cosas".
La corrupción que usted permite y apoya es gravísima, eso no se arregla como el hilillo de plastilina. Usted debe desaparecer del mapa político español, convocar elecciones. Usted mintió al Parlamento en el caso del Sr. Bárcenas, usted está mintiendo con la contabilidad B del PP, usted tiene muy poca vergüenza, demostrada con sus actos.
Usted señor, Rajoy, no puede arreglar nada en España porque es quien lo estropea. Usted se ha cargado la Sociedad Española y como buen Alí Babá ha seleccionado a sus tropecientos mil ladrones. Debe largarse y llevarse por delante a su equipo completo. En España sobran unos cuantos Rajoy's y faltan un montón de "coleta's". Nadie pudo pensar que un solo individuo pudiera joder tanto a todo un pueblo.
En cuanto a "unas pocas cosas", no es cierto lo de los cuarenta y seis millones. Solo un millón está jodiendo a cuarenta y cinco. Creo, sinceramente, que solo su mente enana, le hace ver que desde su mundo y su nivel adivina usted un paraíso inexistente. Cójase usted a sus correligionarios de ayer, de hoy y de mañana, y acepte la cantidad, tan enorme, de basura que ha creado y que ahora le invade de manera inevitable.
Recuerde el 17 Congreso Nacional del PP en Valencia y quienes acudieron a el.
El lugar exacto en que fue confirmado Rajoy, candidato del PP a la presidencia del Gobierno, (Valencia) dió el producto-hombre que podía dar. El único posible. El HOMBRE-MIERDA. Porque es lo que abundaba y abunda en ese lugar donde gobierna su partido desde hace demasiado tiempo. Si todo está descompuesto por la corrupción, ¿Que otra cosa podía salir de allí?.¿Que otra cosa se puede decir de quien tras su elección y una vez llegado a La Moncloa, solo se dedicó a fastidiar al pueblo, recortándole, sin parar, todos los beneficios alcanzados tras décadas de luchas reivindicativas contra el capitalismo?. ¿Como llamar a quien promete acabar con el paro y lo aumenta escandalosamente? ¿Como llamar a quien ha sembrado pobreza en España hasta arruinarla, excepto para sus amigos que, han ganado mas que en toda la Historia y hace aumentar inimaginablemente el número de millonarios, y, de pobres deshauciados?. Deshauciados de esperanza, de medios y hasta de vida.
¡Menudo porvernir!. Entregó la Justicia a Gallardón, un resentido que estaba deseoso de volvernos a los tiempos cavernarios; El empleo a la inútil, cínica y mentirosa Bañez, el Fisco al fantasioso risitas Montoro, las finanzas al "LehmanBrothersMan" De Guindos y la seguridad del Estado al fabricante de armas Morenés.
Todo esto resultó absolutamente nefasto para todos los que creyeron en las promesas rajoyanas, pero todavía hizo otra cosa peor. Infinitamente peor. Entregó los escaños del Parlamento a 185 idiotas (Y que se salve el que no sea idiota) que previamente habían sido adiestrados para decir, solo, SÍ.
Los "borregos", o "miembros obedientes" que forman la Mayoria Absoluta, podrían utilizar su voto en beneficio del pueblo, ¿No?. ¡¡Pues solo lo usan para machacarle, porque el PP se lo ordena!!. Tan solo con 30 o 40 hombres, no "borregos", con dos cojones bien puestos, todas las barbaridades parlamentarias, se evitarían. Estos parlamentarios deben ser acusados según el daño que provocan. Su delito es vivir del pueblo, mientras le sacrifican. Su obediencia ciega a quienes les manda, es su pecado. Sus condiciones morales, en varias de sus señorías, están en los medios, denunciadas públicamente y otras veces en los juzgados. Algunos sentenciados por los jueces, y, continúan en libertad. A éste estado de barbaridades no se puede responder con los pregones de Bañez, De Guindos, Montoro, Barberá, Floriano o el mismísimo Rajoy. ¿Sería conveniente que todos ellos pidieran perdón al pueblo, por todo lo que nos estan haciendo?. A mí me gustaría, aunque estoy preparado para comprobar que no lo harán. Como me quedaré con las ganas de presenciar la expulsión de la bancada PPera del animador parlamentario Martinez Pujalte.
Hago una preguntita a todos los "implicados en la omisión" o también, "colaboradores necesarios", en este desgobierno popular: ¿Por que no meten en la cárcel de una puta vez a los Pujol, a Fabra, a Blesa, a Rato, a Ortiz (El rey de la golfería alicantina) y tantos golfos que, entre sus amigos abundan?. Por ejemplo, la mayoría de los 51 detenidos en el día de hoy, con Granados a la cabeza.
Sobre Pablo Iglesias: Como ven que su verdugo sera el "montón" de votos que daremos al COLETA, no paran de acusarle de atroces amistades. No les servirá de nada. Su principal delito ha sido vaciarnos absolutamente nuestros frigoríficos y nuestros bolsillos, y lo van a pagar, ¡¡Vaya que sí!!.
¡¡¡RAJOY, CESA YA, A COSPEDAL, DESPUÉS LÁRGATE, SOLO POR DIGNIDAD!!!
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Lunes, 27 de octubre de 2014
LA VELETA
Victoria Lafora 27/10/2014
Como
si de una premonición bíblica se tratara, la tan traída y llevada
«herencia recibida», con la que el Partido Popular ha tratado de zafarse
de sus responsabilidades en el aumento del paro, la pérdida del
bienestar y los recortes, se ha convertido en la estrategia que el
mismísimo PP maneja hoy, no ya contra los errores cometidos por el PSOE,
sino, quien nos lo iba a decir, contra los desmanes del mismísimo PP;
eso sí, del viejo PP, el del expresidente Aznar.
«Cosas veredes Sancho...», resulta que la avalancha de escándalos de supuesta corrupción de quienes fueran prohombres del Partido y con los que nos desayunamos día tras día, pertenecen al pasado; son corrupciones del pasado que acabaron con la llegada al poder de Rajoy «el silencioso». Así que los hoy innombrables Bárcenas, Blesa, Rato, Aceves, Matas, Camps, Sanchís, Lapuerta, Sepúlveda, Costa, Fabra, y un montón más, fueron, al parecer, unos señores supuestamente corruptos, infiltrados en la honestísima estructura del PP, no se sabe muy bien por qué extraño arte de birlibirloque, pero que nada tienen que ver con la voluntad, el conocimiento y, ni muchísimo menos, la complicidad de la actual dirección. Tampoco con la simpatía. Salvo en el caso de Martínez Pujalte que, haciendo gala de un muy peculiar sentido de la lealtad, reivindica contra viento y marea su inquebrantable amistad con los hoy «apestados».
Rajoy navega por unas aguas procelosas y con el barco a punto de partirse en dos. Un barco, el PP, cargado de mercancías tóxicas que amenazan con invadirlo todo. Su táctica de silencio puede servirle para aplazar el naufragio. Pero va a resultarle difícil mantener el buque a flote e impedir que el negro chapapote llegue hasta la costa; su costa.
¿Qué pensará el presidente Aznar de todo esto? ¿Hasta qué punto estará dispuesto a soportar que su elegido, su hijo político, el hijo de su dedo, barra toda la porquería en su dirección? ¿Va a permanecer, también él, en silencio? ¿Durante cuánto tiempo? Porque, con la que esta cayendo y con la economía —que era su gran refugio— estancada en toda Europa, las próximas elecciones se le van a poner muy cuesta arriba. Y si las pierde, cosa probable, los rayos y las centellas atronarán a diestro y siniestro: sobre todo las procedentes de su propio partido. Entonces sufrirá la ira de quienes hoy se sientan maltratados por su estrategia.
Todo lo que está pasando provoca indignación, pero sobre todo produce una enorme vergüenza. ¿Será suficiente el pacto contra la corrupción que pretenden firmar dentro de unos días PP y PSOE? Nos tememos que no, si no va precedido de explicaciones exactas y creíbles sobre los casos que les señalan a ambos. Y, sobre todo, si no se sustenta en una reforma a fondo de las leyes que faciliten la persecución y el castigo de los corruptos, los ladrones de guante blanco. Unas leyes que, como advirtió el presidente del Tribunal Supremo, se adecue a estos delitos y no a los de los «roba gallinas».
«Cosas veredes Sancho...», resulta que la avalancha de escándalos de supuesta corrupción de quienes fueran prohombres del Partido y con los que nos desayunamos día tras día, pertenecen al pasado; son corrupciones del pasado que acabaron con la llegada al poder de Rajoy «el silencioso». Así que los hoy innombrables Bárcenas, Blesa, Rato, Aceves, Matas, Camps, Sanchís, Lapuerta, Sepúlveda, Costa, Fabra, y un montón más, fueron, al parecer, unos señores supuestamente corruptos, infiltrados en la honestísima estructura del PP, no se sabe muy bien por qué extraño arte de birlibirloque, pero que nada tienen que ver con la voluntad, el conocimiento y, ni muchísimo menos, la complicidad de la actual dirección. Tampoco con la simpatía. Salvo en el caso de Martínez Pujalte que, haciendo gala de un muy peculiar sentido de la lealtad, reivindica contra viento y marea su inquebrantable amistad con los hoy «apestados».
Rajoy navega por unas aguas procelosas y con el barco a punto de partirse en dos. Un barco, el PP, cargado de mercancías tóxicas que amenazan con invadirlo todo. Su táctica de silencio puede servirle para aplazar el naufragio. Pero va a resultarle difícil mantener el buque a flote e impedir que el negro chapapote llegue hasta la costa; su costa.
¿Qué pensará el presidente Aznar de todo esto? ¿Hasta qué punto estará dispuesto a soportar que su elegido, su hijo político, el hijo de su dedo, barra toda la porquería en su dirección? ¿Va a permanecer, también él, en silencio? ¿Durante cuánto tiempo? Porque, con la que esta cayendo y con la economía —que era su gran refugio— estancada en toda Europa, las próximas elecciones se le van a poner muy cuesta arriba. Y si las pierde, cosa probable, los rayos y las centellas atronarán a diestro y siniestro: sobre todo las procedentes de su propio partido. Entonces sufrirá la ira de quienes hoy se sientan maltratados por su estrategia.
Todo lo que está pasando provoca indignación, pero sobre todo produce una enorme vergüenza. ¿Será suficiente el pacto contra la corrupción que pretenden firmar dentro de unos días PP y PSOE? Nos tememos que no, si no va precedido de explicaciones exactas y creíbles sobre los casos que les señalan a ambos. Y, sobre todo, si no se sustenta en una reforma a fondo de las leyes que faciliten la persecución y el castigo de los corruptos, los ladrones de guante blanco. Unas leyes que, como advirtió el presidente del Tribunal Supremo, se adecue a estos delitos y no a los de los «roba gallinas».
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