En una famosa SERRANA, se dice :
Yo crié en mi rebaño
una cordera
de tanto acariciarla
se volvió fiera
y las mujeres son las mujeres
mientras mas las acaricias
fieras se vuelven.
Esa es una de las reacciones de los individuos de reino animal, ante lo excesivo. Un refrán escuchado en mi pueblo, dice:
Dios me libre del buey manso que, del bravo yo me libraré.
Otro, muy famoso, es: Tanto va el cántaro a la fuente que, al final se rompe. O: No tenses la cuerda mas de la cuenta.
Un paisano, en mi pueblo, de chaval, tomó la manía de no dejar en paz a una burra burdénago, extraordinariamente tranquila, de enorme volumen. Al poco tiempo de hacerla putadas, la burra ponía las orejas tiesas en cuanto le veía. Continuó chinchando a la burdénago, de manera que cuando le veía, mostraba su estado de animo dando golpes con sus cascos delanteros en el suelo. El acoso a la bestia continuó, lanzándole cerillas encendidas, lo que exasperaba mas al animal. Hasta que un día se lanzó a el abriendo los belfos y mostrando sus enormes dientes, amarillentos y sucios y el acosador tuvo que buscar refugio para salvarse. Acabó atacando cada vez que desde la distancia se la citaba como citan los toreros en las plazas.
Estas cosas no se aprenden en las universidades. El respeto por lo prójimo tanto en actos como en personas, requiere su proceso de aprendizaje. Es pura madurez a la que el engreído nunca llega.
Cuando al aspirante se le corta la vereda, no puede llegar al camino. Cuando se le corta el camino no puede llegar a la meta. Cuando se le frustran las ilusiones una y otra vez, y muchas mas, está expuesto a reaccionar como un burdénago, como una cordera o como el cántaro que tanto va a la fuente. Cuando el provocador no comprende lo que hace, menos puede comprender a que su arriesga. Podemos decir que esta llenando las balas de odio. Pero también para esta situación hay un refrán: No la hagas, no la temas.
¿Y como se acaba mostrando el resultado del hecho de León?. Pues ya lo hemos visto, escrito en el suelo, todos los ciudadanos. Han escrito con el alma y en pintura negra, la indignación de los abusados (El pueblo, por si alguien lo duda), "Aquí murió una cazique" y "Aquí murió un bicho". Que alguien diga qué se sembró aquí, para recoger lo que se recogió.
En cuanto a José María Calleja, muchas gracias por escribir lo que yo siento.
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LA VELETA
Balas con odio
JOSÉ MARÍA CALLEJA 17/05/2014
El despecho y el agravio son motores de acumulación de odio que largamente rumiados tiende a sublimarse en venganza. Elementos todos ellos fieramente humanos, pero que no siempre se ventilan de manera idéntica entre los seres racionales. La vida en sociedad es conflicto y ello no tiene que ser algo malo, es así. El problema estriba cuando el conflicto no se resuelve, se enquista, se soba, se abisma y acaba explotando de forma sorprendente para todos los que pensamos que vivir en sociedad exige embridar, tener una cierta contención que garantice la supervivencia del grupo. Todos tenemos conflictos, todos podemos tener motivos para sentirnos injustamente tratados por nuestros congéneres, o por la vida en general, pero solo a muy pocos, por suerte, les da por ventilar el asunto a tiros.
Hay odios tan regados que se acaban heredando, que pasan de padres agraviados a hijos ofendidos, con la densidad que a veces otorga el paso del tiempo (Puerto Hurraco). Hay espirales de agravios en las que cada parte siente estar cargada de razón y decide que el malo rematado es el otro. Todo lo que se hace contra el malo, es bueno, piensan. Por los datos que tenemos, procedentes de León, Triana Martínez sintió que Isabel Carrasco fue injusta con ella al cortarle su carrera política y dejarla sin trabajo; a ella, que era del PP de toda la vida. La madre de Triana, también de toda la vida del PP, no perdonó a Isabel que truncara la vida de una hija a la que veía sobradamente preparada. Es posible que a ese agravio sumara algún otro despecho. El caso es que madre e hija hicieron de la venganza mortal la razón de sus existencia durante tres años. Hay algo perturbado en llegar a esa conclusión, en vigilar a quien se quiere asesinar, comprar un arma para matar, organizar la intendencia del crimen, intentarlo varias veces, ejecutarlo solo con la seguridad de que la odiada morirá Nos preguntamos si en todo ese tiempo no ha habido un tiempo para la duda, para dar marcha atrás, pero es que la mujer que ha rematado en el suelo de un tiro en la nuca a su víctima no parece tener conciencia de haber hecho nada malo. Pone a su hija en el lugar del crimen en un despliegue de venganza, en una demostración que refuerza la idea de que la asesina sentía que estaba haciendo justicia, obligando a pagar con su vida a la mujer que sentía que había amargado las suyas. Me imagino que en esos tres años de fiebre vengativa, una, otra, o las dos, habrán calculado en algún momento que se podían ir a la cárcel para el resto de sus vidas. Algo que no deja de ser una forma de amargarse la vida de por vida. Un asunto privado, zanjado a tiros llenos de odio.
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