· Aunque no hay que hacerse ilusiones. Las preguntas del final son terribles y temibles. Y sobre todo me abruma las últimas frases que transcribo: "¿Por qué lo consentimos? ¿Por qué nos hemos acostumbrado a ello tan dócilmente? La primera corrupción que hay en este país es la moral: la pasividad o la complicidad ante el expolio."
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Mi admirada Rosa Montero nos muestra su arte para valorar a los invalorables que desesperan a España, la indignan y la acabaran destrozando. Al paso que va, pronto tendremos poco que perder de lo que tuvimos, porque ya se lo han cargado casi todo. Lo inconcebible es que no haya surgido ninguna gran figura para aplicar Justicia, de entre las cenizas del glorioso y "cojonudo" Don Baltasar. Por eso se lo cargaron sus colegas, por cojonudo (De cojones).
Aquí ha quedado demostrada la atrocidad cometida por estos iluminados que nos gobiernan y nos echan las culpas por ahorradores, trabajadores y decentes. Defienden lo que han desHECHO los banqueros, en lugar obligar a devolver el dinero, indebidamente apropiado, a todos los estafados, vuelven a coger dinero del pueblo, para tapar los agujero multimillonarios que han provocado estos insaciable saqueadores. Y los dejan en libertad, para que sigan cometiendo tropelías, ¿Es que se reparte el botín entre todos ellos?.
A un pueblo, cualquiera que sea su grado de aguante, le tiene que llegar el momento en que no aguante ni una pizca mas y salte al vacío o al pescuezo de su opresor. Cuando a cualquier animal se le atosiga y acosa demasiado, enseña su instinto básico y de supervivencia. Estos impresentables se están pasando, incluso de forma imbécil. Da la sensación de que no tienen ni idea de lo que están haciendo..., parece que todo lo que hacen les causa risa... se miran unos a otros y se sonríen.
No son capaces de detectar la tirantez que su tiranía produce entre las buenas gentes... Que se lo pregunten a Wert, en su vano intento de reciente conferencia fallida.
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Codicia
La avidez económica se ha disparado de tal modo que la gente parece haber perdido la chaveta o, por lo menos, cualquier tipo de escrúpulo
Según el último sondeo de Metroscopia, el 95% de los españoles cree que los partidos amparan a los acusados de corrupción. Yo estoy entre ese 95%, desde luego, pero no me ceñiría solo a los políticos. No sé bien qué está ocurriendo en esta sociedad, pero da miedo. La avidez económica se ha disparado de tal modo (la codicia, como dice mi amigo José Antonio Serra) que la gente parece haber perdido la chaveta o, por lo menos, cualquier tipo de escrúpulo. Nos hemos convertido en un país de delincuentes.
No se entiende, si no, que personas que parecen normales hagan lo que hacen. Que la última condena por corrupción a la UDC confirme que desviaron 388.000 euros de los fondos de la UE para parados. Era dinero para gente en apuros y se lo metieron en el bolsillo; y ahí está Duran, aferrado al sillón y sin dar la talla. Por no hablar del inevitable Urdangarin, que presuntamente usó una fundación de niños con discapacidad para evadir capital.
Pero ya digo que no es solo cosa de políticos y de yernísimos. Uno de los sucesos más escalofriantes de los últimos tiempos es el caso de las preferentes. Que un montón de directivos de banco de pueblos y barriadas se hayan dedicado a estafar a sus vecinos más débiles, a ancianos ignorantes, a personas enfermas, a familias con discapacitados a su cargo; que hayan sido capaces de cometer esa infamia con gente a la que han conocido toda su vida, sabiendo además que iban a ver desarrollarse la tragedia ante sus ojos, es algo que me deja sobrecogida. ¿Cómo se transforma uno en un desalmado así? ¿En un criminal peor que un navajero? ¿Y por qué los navajeros acaban en la cárcel y esta gentuza no? ¿Por qué lo consentimos? ¿Por qué nos hemos acostumbrado a ello tan dócilmente? La primera corrupción que hay en este país es la moral: la pasividad o la complicidad ante el expolio.
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