EN TODOS LOS MEDIOS POSIBLES, MUCHAS GRACIAS
Recibo una carta de una amiga con el ruego de darle ENTRADA en este blog. Lo hago
con el placer que produce poder ayudar a alguien que esta siendo perseguido, atacado
ignominiosamente, como es corriente en nuestro País. Si es necesario, se llega a la
venganza que produce la envidia irrefrenable de los mediocres: ¡A por los que sean!.
Y, han ido a por ellos, vilipendiando de forma insólita e irracional. Es el momento
adecuado, aunque la vara de medir del "jefecillo" no es la misma que ha usado otras
veces. La mejor moral es la que imbuye un ser en su niñez y no se separa de ella en
todas las vicisitudes por las que pasa durante su vida. Pero todas...
El olmo, no da peras. El tocino no es de oveja. De donde no hay, no se puede sacar.
Nunca es bueno crear el desierto moral, hasta producir la enorme bola de furia que
pone de manifiesto la sed de sacrificios de nuestra herida sociedad.
Entre Presidente, Vicepresidente, Efecto Llamada, y su larga duración en política, a lo
mejor, la solución pueda ser "Efecto Despedida".
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Caza de brujas en la Fundación
Ideas
Se descubre que la exmujer del Director de la Fundación Ideas ha
estado publicando artículos bajo seudónimo en dicha fundación. El Director dice
no haber estado al corriente de la identidad de la autora, que por estos
artículos ha cobrado la retribución fijada por la Fundación, que a lo largo de
estos años asciende a 50 o 60 mil euros. Como la autora ha percibido estos
ingresos, los ha declarado en su IRPF. No se trata de ingresos ilegales: los
articulistas cobran, porque viven de lo
que escriben, y tributan como cualquier ciudadano por sus ingresos. Tratándose
de artículos que expresan opiniones políticas, la autora ha querido utilizar un
seudónimo. También lo hizo Larra y nadie le frió por aquello, o quizá sí, pero a
la fecha nadie recuerda si algún imbécil le acusó de uso fraudulento de una
falsa personalidad. Gracias a Dios o al sentido común, lo que se recuerdan son
sus artículos. Los seudónimos son comunes en literatura y nada tienen de
particular: tal como está el patio, resulta incluso comprensible que algunos
autores prefieran crearse un alter ego que diga por ellos lo que debería
decirse, cargando un poquito las tintas, sin miedo a ofender.
Pero volvamos a Irene y a Carlos Mulas. El error de Irene no fue
utilizar un seudónimo (¿por qué?), sino publicar en la fundación de su marido.
Es cierto que ambos estaban separados desde 2009, no hay más que investigar un
poco la trayectoria profesional de uno y otra para constatar que han vivido en
distintas ciudades, en distintos países, en los últimos años. A mí sí me parece
verosímil que Irene sin el conocimiento de Carlos publicara en la Fundación, con
la que ya tenía contactos antes de separarse, y que, precisamente para preservar
su independencia y no implicar a Carlos en sus opiniones, utilizara un falso
nombre.
Ocurre esto en un momento en que el tesorero del Partido Popular,
Luis Bárcenas, está siendo investigado por sus cuentas millonarias en Suiza. En
que diputados del Partido Popular están siendo acusados de recibir sobresueldos
en sobres por los que nunca tributaron. Qué gran oportunidad para desviar la
atención, para acusar al partido de la oposición de iguales catástrofes. Los
periodistas de El Mundo empezaron sosteniendo que Amy Martin era el propio
Carlos. En prensa parece que rige la máxima calumnia y algo
queda.
El PSOE, que debería haberse alineado con su Director, lo ha
fulminado sin darle la oportunidad de explicarse. Los tiempos exigen
impecabilidad, y si el descrédito de un Director sirve para lavar la imagen de
su partido, hágase. A ojos de Jesús Caldera, y quizá de Rubalcaba, Carlos es un
sacrificio necesario. No es nada
personal: quizá incluso piensan que es un buen chico, pero la política está
por encima de la moral. Piensen esto, que es muy duro: la política está por
encima de la moral. Luego lamentamos el destino de este país de
ingratos.
Irene también cae y hace la noticia aún más suculenta. El Mundo
presenta a Carlos Mulas como un aprovechado, con un Doctorado en Economía, y de
Irene dice que “ha estudiado en Columbia”. Perdón, ella también tiene un
Doctorado. Y se gana la vida como escritora, como cineasta, como artista libre,
pero también como profesora universitaria y gestora cultural –señores
periodistas, estudien un poco su curriculum-. Que ambos tengan unos resultados
académicos excepcionales y se hayan formado en el extranjero sólo hace más
apetecible su caída. Para colmo, hasta son guapos. ¡A la hoguera con los
dos!
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