Como todos sabemos, ayer lunes Intereconomía dedicó su programa de tarde-noche al tema de las Paricipaciones Preferentes. En él se trató, el tema de la contratación, que ya empieza a resultar cansado, a base de ser común.
Quedó bastante claro quien convocaba, a quien se servía en el programa y a quien se acusaba. Sobre todo lo "no muy bueno", sobresalió el servicio prestado a los indecisos y los incrédulos. El tema del ARBITRAJE quedo denunciado públicamente en todos sus aspectos e intenciones. Éstas se repartieron, como en la fría realidad, entre el Gobierno y Bankia, entre De Guindos y Goirigolzarri, entre BFA y el FROB, entre los Jueces y la forma de presentarlo la KPMG.
Naturalmente, el gran protagonista fue el señor Durán, don Miguel. Los invitados al programa eran clientes
suyos, afectados. Ocurrió lo normal, quien mas cámara chupó, fue don Miguel. Pero a los invitados se les dejo contar verdades, aunque no muchas. También hubo una tanda de llamadas telefónicas de diversos puntos geográficos de nuestro territorio.
Entre la propaganda y la realidad, entre la verdad y el engaño, el programa empezó pareciendo que sería un panfleto bankiario porque se denominó a KPMG, como "experto independiente", lo que según avanzaba el programa quedó desechado y acabó cada cosa en su sitio.
Y sobre todo, por parte de BANKIA, la clara intención de los turbios manejos para volver a estafar a los que ya nos habían estafado.
Quedó claro que no se habla de devolver dinero, ni mucho menos todo el dinero. Que lo de los 10.000€ sera para algunos. Que el máximo que se conceda, lo marcará KPMG, a pesar de haber sido declarada parte en las demandas. Lo peor de las mentiras del ARBITRAJE, es que además del derecho o no, que a cada uno pueda corresponder, no habrá dinero para todos los arbitrables. Esto lo hemos comentado mas de una vez.
En el programa se hablo, tanto por parte de los afectados, como por los técnicos en la materia, de mentira, engaño, estafa y otras verdades.
Hubo también, graves defectos de utilización por parte del ente televisivo, concediendo mas o menos el mismo tiempo de intervención a quien sabia mucho como a quien sabia poco. Que no todos tienen el mismo grado de orador.
Todo el espectador que quisiera tomar nota de lo que allí se contó, pudo hacerlo. Por esta razón creo que debió abrir los ojos y los oídos a todos lo que lo desearan. A partir de ahí, mi enhorabuena a todos lo que lo vieron, porque tienen conocimientos para hacer su santa voluntad.
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